Andando el camino en la adolescencia desde la empatía

01.02.2018

Quisiera poner el acento en este artículo en la necesidad de apoyar a nuestros hijos/as cuando comienzan a transitar por la etapa de la adolescencia.

Es positiva una toma de conciencia por nuestra parte como padres y madres de cómo se están comenzando a ubicar en "su mundo", cómo están creando su autoconcepto (lo que piensan de sí mismos) en esta etapa de la vida, cómo se están forjando la autoimagen (cómo se ven) en función de la información que les devuelve el resto del grupo de iguales.

Tendremos en cuenta su necesidad de encajar en estos nuevos grupos a los que sienten que quieren pertenecer, de sentirse aceptados/as por los demás y comportarse en función de cómo creen ellos que se espera que actúen. Lo que les sucede es que a veces no tienen claro realmente qué actitudes o comportamientos valoran sus iguales como deseables. Y en otras ocasiones no son conscientes de si ese grupo al que intenta entrar realmente le merece la pena por el coste emocional que pueda suponer.

Tal vez inicien su andadura en las relaciones sociales con comportamientos nada positivos: pueden ser muy arriesgados por salirse demasiado de la norma, quizá llamen excesivamente la atención y resulten pesados, algunos hacen sólo lo que los demás quieren por lo que se aprovechan de ellos... todas estas formas de comportarse no les lleva a construir una red de relaciones entre iguales positivas que les ayuden a crecer y desarrollarse adecuadamente. Por el contrario disminuirá su autoestima por no sentirse realmente aceptados por sus iguales, por sentir frustración y rabia porque los demás no tienen en cuenta sus necesidades; pudiendo incluso llegar a peligrar su salud.

Ahí entramos nosotros como padres y madres, es necesario que encontremos espacios para hablar con ellos sobre estos aspectos, que comprendan qué es ser realmente un buen amigo/a, que se hable en casa sobre situaciones que han vivido con sus iguales reflexionando sobre los aspectos positivos y negativos que conllevan diferentes tipos de comportamientos y cómo les hacen sentir en su relación con los demás; es importante que conozcan qué es la empatía, que aprendan a ponerse en el lugar de los demás y que sepan que los demás deben también ponerse en su lugar; es adecuado que reflexionen sobre aquellas características de la forma de ser de sus compañeros/as que les hacen sentir bien y desear mantener la relación con ellos, así incorporarán como propias estas características.

Hablar con nuestros hijos desde una edad temprana sobre sus relaciones interpersonales facilita que expresen sus sentimientos y pensamientos sobre aquello que les pasa con sus compañeros; tratar sobre sus gustos, qué hacen con los amigos, qué actividades comparten, qué valoran de aquellos que consideran que son realmente buenos colegas y qué hace que se distancien de otros, qué creen que a sus amigos les gusta de su forma de ser...

Cuando trabajo con grupos de adolescentes hago hincapié en la necesidad de que tomen conciencia de la importancia de buscar estos valores en sus mejores amigos/as, hablan sobre qué compañeros/as son de fiar y nunca les fallan a la vez que reflexionamos sobre qué implica ser así, sobre cómo ellos pueden incorporar esos valores en su vida diaria de forma que se conviertan en amigos de los que se cuentan con los dedos de una mano.

Me gustaría contar un ejemplo en el que tres amigas me contaban lo bien que lo pasaron en la fiesta en casa de una cuarta amiga, estuvieron un grupo amplio de chicas y chicos y lo pasaron muy bien, durante parte de la sesión estuvimos reflexionando sobre cómo se pudo sentir su amiga cuando terminó la fiesta y se marcharon todos dejando la casa hecha un desastre, únicamente la ayudó una de las tres que estaban conmigo en el grupo, las tres chicas se pusieron en su lugar, asumieron que les habría sentado fatal estar más de tres horas recogiendo todo, entendieron que probablemente no quisiera volver a hacer fiestas, afirmaron que la agradecerían el esfuerzo y hablarían con ella sobre cómo se sintió tras la fiesta para conocer cuál será su necesidad en próximas celebraciones, considerando un amplio abanico de posibilidades: no hacerlas en su casa, quedarse a recoger más personas, no incluir alcohol y drogas, invitar a menos personas, etc. Se comprometieron a respetar su decisión.

Cuando en las familias, las escuelas y en el entorno más próximo de los chicos y chicas se tiene en cuenta la importancia de abordar estos temas en profundidad y se permite la expresión de emociones y sentimientos personales desde vivencias cotidianas con sus iguales, se consigue que vayan construyendo su mundo con valores como el respeto a los demás y a sí mismos/as, que vayan aprendiendo a no aceptar ni permitir comportamientos abusivos entre iguales, a no mirar para otro lado si tienen conocimiento de ellos y denunciarlos, puesto que son capaces de ponerse en el lugar de la persona que sufre por no ser tenida en cuenta. Si creamos espacios donde nuestros/as adolescentes reflexionen sobre estos aspectos, tendremos personas más seguras de sí mismas y con mayor capacidad para establecer relaciones interpersonales positivas. 

Esperanza Donaire