Polaridades o la lucha entre mis dos yo
En este artículo quiero reflexionar sobre el concepto de "polaridades" que trabajamos en terapia gestalt, una polaridad es el extremo de un rasgo de personalidad: bueno/malo, egoísta/altruista, trabajador/vago, etc..
Desde pequeños se nos ha enseñado a valorar como positivo y adecuado "instalarnos" en uno de los extremos de la polaridad y a la vez a rechazar el otro, negarlo, esconderlo o bloquearlo.
Pondré el siguiente ejemplo: Yo puedo considerarme una persona pacífica y negarme a mí misma la polaridad agresiva asegurándome que no lo soy; puede ser que a lo largo de mi vida se me ataque, agreda o se invadan mis límites y sea necesario sacar el arrojo suficiente para defenderme, mostrar mi agresividad y cuidar de mi integridad; al negar mi parte agresiva y rechazarla, no puedo tomar conciencia de que me es útil y necesaria; al no aceptarla ni reconocerla, me resultará difícil defenderme de esa amenaza externa y sufriré daño por la persona que me ataca y/o invade mis límites. Por lo tanto he de tomar conciencia de que necesito ambas polaridades en mi vida.
Hemos entrado de lleno en el inicio de este nuevo curso, llegan a nuestra vida nuevos proyectos, quizá planificados en otros momentos y nunca comenzados o quizá iniciados y abandonados una o varias veces.
En estos días cobra fuerza esa polaridad que nos define como trabajador, esa parte de cada uno de nosotros que tiene claros los objetivos y las metas, que es responsable, exigente, que sabe qué es lo que nos beneficia, ese yo que toma la decisión, la clara determinación de que esta es la definitiva, que se asegura de que en esta ocasión va a tener la disciplina y a mantener unas rutinas que hagan llevar a buen puerto ese plan marcado ... sólo se trata de comenzar con pequeñas metas, de ir cumpliendo pequeños objetivos.
Esa polaridad nos coloca en un extremo, asume una posición muy exigente y lucha por todos los medios para que no flaqueemos, intenta que nos sintamos muy satisfechos de seguir los objetivos, necesita mantener mucha tensión y un alto nivel de activación gran parte del día, incluso puede llevarnos a mantener cierto estrés, para no perder de vista el proyecto, siente que no puede bajar la guardia.
Sin embargo, a pesar de su gran esfuerzo, en algún momento esta polaridad no logra mantener a raya a la otra polaridad que llamamos vaga, ese otro yo que aparece y nos aparta del plan establecido, que es perezoso, que se busca mil excusas y estrategias para no seguir con las responsabilidades autoimpuestas, esa parte apática, holgazana ... que es rechazada, que llena todo de contradicción y que tiene sentimientos de culpabilidad por no hacer lo que se debe.
Así que la polaridad trabajador, el yo exigente se pone peleón, mandón y se empeña en no hacer caso a ese otro yo,lo evita centrándose en tareas, obligaciones, para no permitir que aparezca.
Y el yo vago aparece cuando menos se le espera y desbarata el plan a seguir.
Se convierte en una lucha de titanes, la parte responsable quiere vencer a la parte perezosa y la segunda necesita también un espacio.
En esta lucha se pierde la energía..., mientras existe la pelea no se consigue que ambas partes se pongan de acuerdo para apoyarse y afrontar el nuevo proyecto en común.
Es necesario abordar esta "pelea" de manera que las dos partes entablan un diálogo entre ellas para conducir a la persona a la integración de ambas a través de la escucha; se trata de un inicio de comunicación entre estas dos partes que discuten, una escucha a nivel cognitivo y emocional también, una toma de conciencia que deja espacio a ambos extremos, porque al producirse esta escucha en el aquí y ahora permitimos que ambas partes tengan su momento y se respeten entre sí, que la perezosa no tenga que buscar tretas para salirse con la suya y que la que tiene objetivos claros se relaje y aprenda a priorizar y a concretar metas realistas con un nivel de exigencia más ajustado a la realidad, se disminuye el estrés.
Esto nos lleva a una integración de ambas polaridades, permite que la satisfacción sea mayor al tener en cuenta las necesidades de ambas partes y lleva a conseguir los objetivos comportándonos de manera más saludable. La persona se sitúa en una posición flexible atendiendo a ambas polaridades: tanto a la necesidad seguir a la parte racional y exigente e ir cumpliendo pequeñas metas, como a la necesidad de dedicar tiempo en el día a día a cuidarse de manera integral, esto implica tener en cuenta tanto lo mental como lo físico y emocional.
Así aprendemos a tomar conciencia de la necesidad de observar las polaridades como un continuo a través del cual podemos transitar, de forma que en una situación y momento concreto de nuestra vida nos vincularemos con un extremo y en otro aprenderemos a explorar el extremo considerado opuesto. Permitiendo integrar y humanizar los diferentes aspectos de cada persona y tener una relación más saludable con uno mismo.
Esperanza Donaire